Revelación

Publicado el 6 de marzo de 2019

Hola. Bienvenido de nuevo a la Vida Inspirada Bíblicamente. Hoy, vengo a ti desde Addis Ababa, Etiopía. Baruch está aquí enseñando en un Colegio Bíblico local, un curso corto sobre el libro de Jeremías y yo estoy aquí con él también.

Ayer se refirió, al libro de Éxodo, capítulo 24, donde Moisés le está diciendo a la gente los mandamientos de Di-s y lo que Él espera de ellos, y ellos dijeron nosotros haremos y escucharemos. Creo que es muy interesante lo contradictorio que es eso. Normalmente, pensamos que escucharemos y lo haremos y, de hecho, casi todas las traducciones de la Biblia al inglés o español lo escriben de esa manera. Pero en el hebreo, dice, nosotros haremos y escucharemos.

Ahora, ¿cómo podemos aplicar eso a nuestras vidas hoy? En primer lugar, ¿cómo podemos estar en condiciones para hacer, y qué se supone que debemos hacer? Para pensar en eso, necesitamos ver el concepto de la Revelación en la Biblia. Hay dos tipos de revelaciones. Hay una revelación general, que en realidad es todo el libro de la Biblia. Esto es una revelación general y lo que eso significa es que es para todos. Esta es la Palabra de Di-s. Esta es Su revelación para todas las personas. Se aplica a todos nosotros. Y luego está la revelación específica y esto es lo que Di-s le está revelando al individuo.

Ahora, ¿cómo se supone que debemos conocer la revelación específica para nuestras vidas? Ahí es donde nos metemos en la idea de nuestro entorno. ¿Cómo podemos crear el ambiente adecuado para escuchar a Di-s? Lo primero es estar en Su Palabra. Él no nos va a revelar una revelación específica si no obedecemos la revelación general que Él ya nos ha proporcionado. Entonces para saber eso, necesitamos estar en Su Palabra.

Lo segundo que podemos hacer es conversar con Di-s. Ahora, ¿qué quiero decir con eso? Me refiero a la oración. Si miras la palabra “orar” en hebreo, es la palabra להיתפלל lahitpalel. Eso significa que es una ida y vuelta, es un ir y venir. Entonces si simplemente le oras a Di-s, eso es solo la mitad de la oración. Si le estás dando a conocer tus peticiones y lo que te gustaría que sucediera y cuáles son tus necesidades, eso es solo la mitad de la oración. La otra mitad es el escuchar. Entonces, necesitamos estar en Su Palabra para entender Su revelación general a todas las personas y obedecer eso. Entonces necesitamos estar en oración con Él, conversando con Él, escuchándolo.

Y la tercera cosa que tenemos que hacer es, tenemos que estar haciendo. Necesitamos participar activamente en los planes y propósitos de Di-s que conocemos específicamente ahora a través de Su palabra y luego, a medida que avanzamos, Él nos va a revelar lo que es específico para nosotros.

Te puedo dar un ejemplo personal de esto. Cuando era niña, vine al Señ-r cerca de la edad de seis años. Y desde el principio, Di-s me convenció de que me casaría con alguien que estaría en el ministerio a tiempo completo. Y, de hecho, el primer versículo de la Biblia que recuerdo haber memorizado no fue Juan 3:16, que es lo que la mayoría de las personas recuerdan, sino en realidad Isaías 6: 8. Y ese versículo dice: “Después oí la voz del Señ-r, que decía: ¿A quién enviaré, y quién nos irá? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame á mí.”. Este fue un plan para mi vida futura. Y fue solo porque, desde esa edad, estuve en Su Palabra y me sometía a la revelación general, que comencé a escuchar alguna revelación específica. 

Así que me gustaría animarte hoy, a medida que creces en tu caminata con el Señ-r, a estar en Su Palabra, a obedecer la revelación general que Él ha dado, a estar en constante oración con el Señ-r, conversando con Él, no solo hablando, pero guardando silencio y escuchando lo que Él les está diciendo. Y, en tercer lugar, es estar haciendo. No te quedes sentado sin hacer nada y pensando que Di-s te revelará todo de manera específica y personal. Necesitas estar haciendo Su voluntad, obedeciéndole y Él te llevará a los planes y propósitos que Él tiene para tu vida, para tu comunidad e incluso para el mundo. 

Entonces, me gustaría animarte hoy a seguir al Señor en todos estos pasos. Que tengas un gran día. Hasta la próxima, adiós.